Tras su lectura, me aterrorizó la certidumbre de que el descenso moral tenía límites, una vez traspuestos los cuales, el ascenso era imposible; quedé convencido de que no se podía vivir sin un ideal, y comprendí que para nacer era necesario romper un mundo. ...compartir una lectura como esa en los años tempranos de la vida es algo tan fuerte como un pacto de sangre: genera una complicidad eterna –vaya una tautología, tratándose de un libro que habla precisamente de la complicidad juvenil.
Gonzalo Celorio sobre Demian de Herman Hesse en los cánones subversivos.