27.12.12

El placer de juntar las piezas. De haber evitado, durante años, tener un centro (ella cree que puede decir: "haber vivido"). Feliz en su cuarto oscuro, mientras detrás de la pared, a plena luz, el diablo se frota las manos: un insecto se prepara para succionar. Atraído, atraído por la /idea/ de la sangre. Es un mosquito en problemas, que irá volando cada vez más bajo hasta terminar patas arriba en el suelo. Nadie lo notará. Será barrido el siguiente fin de semana. Como en las caricaturas, al abrir la puerta veremos un camino ondulante perderse en el horizonte de un valle muy verde (verde prismacolor). En la cajita de los colores, la bruja apretará la mirada, será más terrible esta vez. En el anverso, una princesa seguirá atrayendo a los niños a ese mundo de gatitos blancos en segunda dimensión (que al girar el soporte se tornarán negros y será de noche). Todo esto no lo había dicho antes porque estaba bajo reserva. Fue un secreto que guardé celosamente por no alarmar. Pero ya pueden salir a la calle con los pelos de punta (no al caminito blanco sobre la hoja de papel, sino al concreto gris, fracturado, lleno de pozos).
     Mientras tanto: ella cree que puede juntar las piezas, limar los bordes para que todo conecte y construir y colocar un centro híbrido, vivo. Puede, está en su derecho, creerlo. Y nosotros en nuestro derecho de apartarnos, hacer cita, vernos en un café, tomar una nieve mientras se hace de tarde. Pero, ciertamente, nuestra tarde es incómoda, la temperatura sube, el sol se mete por cualquier orificio, el humo de cigarro de los comensales junto a nosotros permanece en el ambiente, se acumula y densifica. Otra vez esta vieja discusión en done nadie gana, pero yo siempre te daré la razón, aunque no quieras tomarla. Aunque no te importe. Pido, únicamente, no me traiciones. No te conviertas en esto tú también. Queremos al de la mente en blanco, a la del infinito espacio dentro de sí. Quen no ha cercado su hábitat con definiciones en concepto. Quien se puede desdoblar permanentemente y: vive. A ti siempre te hablaré con la mayor sinceridad, anhelando que te encuentres del otro lado, me des la razón y me olvides. Pero, quién se apuntaría para este experimento, sólo espero nadie se apunte para otros experimentos, peores que este. Este cuando menos aspira a apelar a la libertad que todos tienen de apartarse del texto. ¡Sí! ese acto de desobediencia de no leer a los que escriben. Porque los que escriben ignoran el tipo de vida de los que no escriben. No saben que es el tipo de vida al que aspiran. Que ellos se procuran por medio del texto, lo que no pueden por medio de la vida....



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