Entre los supervivientes a la inundación de 2010 está la plaga del polocote. Las flores amarillas habían tomado tanto las tierras del norte como las del sur del municipio en donde más se llenó del agua de la presa. Estaban ya casi un metro de altas y el gran riego las nutrió. Cobraron la estatura de un hombre pequeño. Entrelazando tallos y hojas resistieron de pie lo que duró el paso de la corriente. Alguien las vio cumplir todos sus procesos del día reflejadas sus cabezas y sus hojas más prominentes en el espejo de agua. Siguieron el curso del sol todo el día, desde el asomo de la luz hasta la puesta. Tomadas de las manos, con los ojos cerrados, imploraron al medio día. De noche meditaron, con la cabeza hundida en la oscuridad ondulante. Por la masa de agua no fluyó esa noche el golpe de las patas de caballo contra la tierra.
Me lo cuenta y dice: "este ciclo me sobrevivirá".
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