i
Envejecer con la Tierra desde un lugar donde se pueda ver no como un punto, no como una línea sino en su total volumen. Para estar en el tiempo ya que no hablamos entre nosotros como se hacía anteriormente. Viene lo nuevo, a lo que no sabemos sumarnos. La corriente que arrastra ya pasó entre nosotros, se hizo el hielo y conforme se calentaba de nuevo la arena nos deslizamos con lentitud otro tanto. La corriente que arrastra vuelve a pasar ahora por un lado, centímetros apenas nos mantienen secos. No sabemos sumarnos al movimiento en común, varados en la frustración de llegar a ser uno a duras penas. Lo que quiero decir es que se debería pedir mucho menos de lo que hoy se pide y que se debería poder pedir mucho más, aún más.
ii
Esta es una respuesta. Lo que no vi fueron las imágenes de nubarrones cuando tú le medías el pulso, trozabas y comías pan de cristo. Mismo viaje, misma carretera: es la repetición que instruye. Son dos lados del teorema, si atraviesas la imagen la ilusión se descompone; si permaneces fuera ves todo en collage moviéndose en cuatro dimensiones. Es real. Por qué llevar el cuerpo a esos lugares en los que la mente, en incógnito, se aventura con miedo, con enfermedad. Lugares imposibles.
iii
Cierra círculos. Abre paradojas. Se abre una puerta: como antes. Quiero el color verde, el color esmeralda y que el sol llegue hasta el corazón de eso en cuadros, en pantallas, sin olvidar que en el centro del concreto una buganvilia ni que desde el techo estrellas, nubes, montañas. No somos optimistas con lo que sí y lo que no hacia el futuro.
iv
A salvo, en un lugar seguro donde el aire no tira las paredes. "No lo extraño". No extraño a lo. Otrora, otra persona. Decir entonces que no tenía corazón: decir ahora que no tenía corazón para mí. En lo demás fue suave, fue desliz. Y ella en mí como aquella. Direlo: que la primera vez que te vi quería colgarme de tu cabello y cuando pasabas frente a mí, me detenía tu perfume. Y que nunca soñé que yo te pediría un beso, ni que tú me lo dieras y que no me di cuenta nunca de que una parte de mí [lee las cartas, piensa en algo distinto]...
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