11.9.12

"De pronto descubrí la silueta de un hombre que se recortaba contra el fondo rojísimo del cielo como un puñal negro, clavado en el borde mismo de la cornisa del patio..."

Un mínimo impulso bastaba para que se precipitara al vacío. -Se va a matar - le dije a Horacio. -Se va a matar- dije de nuevo, porque el hombre permanecía sin dar un paso atrás, como si estuviera resuelto a lanzarse. Busqué con la mirada a Horacio pero ya no estaba junto a mí. [...] los minutos pasaban y Horacio no aparecía. Mientras el atardecer se desgajaba en jirones sangrantes. Entonces supe que Horacio estaba frente al suicida en el otro extremo del patio, en idéntica actitud: como dos dagas clavadas frente a frente, como dos peones en un tablero de ajedrez. -Se va a matar- dije, ya sin esperanzas, mirando al desconocido." 
Amparo Dávila, "El patio cuadrado"

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