21.3.12

Precisamente todos esos pensamientos me cruzaban como nube, mientras los ojos insistían en disimular que la conversación tuviera que irse por tantos vericuetos. La parte que se dejaba alzar. La parte que se aferraba al suelo. Ninguna de las dos. Ni el reverso. Momentos en los que sincerarse es más raro que ejecutar el ritual, miniritual, que al fin no es ilimitado. Yo tengo prisa porque me deje la nube... pero ella sabe su tiempo. ¿Y para qué es?

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