Ya en Pino Suárez pronunciaba tu nombre entre bocinas y peseras.Existías, respirabas en algún lugar de la ciudad y yo estaba a un paso de entrar en el café de todas las tardes, abandonada al dibujo de tus rasgos contra el humo de los camiones. Al empujar la puerta de vidrio cerraba los párpados, intentaba borrar esa pantera de gestos contenidos que había descubierto en tus ojos al encender un cigarro.
Dulce María González, "A este país no se llega con armas"
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