¿A qué, pues, nuestra intervención? Muy pronto
aprendí
que nunca nadie puede eludir nada.
Por las tardes
se derrama sobre la calle el aliento cálido de
las paredes de las casas;
la sombra de un enorme caballo se evapora a la luz
de la luna. Si esto no es
una respuesta, diría que no existe
la respuesta.
Yannis Ritsos, Χρυσόθεμις
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