17.5.15

Bajabas deslizando tus dedos por las escalinatas de madera, escuchabas el Claro de luna en pleno sol con un tamarindo en la boca y los astros eclipsándose en tus pupilas, en tus oídos... El Claro te hizo ver que la vida no es una, que tus dedos son parte de tu carne, pero tu carne es casi ajena a ti, te hizo comprender que yo puedo existir, ella también y tú no.
Gabriela Riveros 


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