16.2.12

Dónde está el que nos enseñó a medir los grados con las manos, los lejos con los dedos. Nunca creímos que sólo paseaba, cuando iba y venía también contábamos pasos. Y decíamos: treinta metros, cincuenta metros. Hey, un día fueron tantos que desapareció con el sol. Y duramos toda la noche recostados bajo el cielo atacado de estrellas, con un hueco negro donde no estaba la luna. Tiesos de frío, muy juntos. Los demás se acurrucaron, sólo yo persistí buscando guerreros. Las estrellas no son como las nubes, no se dispersan, no se separan. Avanzan todas juntas rumbo al oeste.

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