Luego te encontré en los ojos de tu hijo, él ya convertido en un hombre, buscándose la vida, apartado de ti. Estabas detrás de esas dos redondas luces verdes, los círculos con el infinito dentro que se contraían y expandían hasta enfocarme bien: mi cara. De la misma, exacta, manera en que mi cara es borrosa ante ti.
Lo que me angustió es que se podía ver en sus facciones lo mal que te había tratado a ti la vida y todo...como si le hubieras heredado la cicatriz de tu rostro, arriba y abajo del ojo derecho...
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