No se puede escribir sin la fuerza del cuerpo. Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe. Es algo curioso, sí. No es sólo la escritura, lo escrito, también los gritos de las bestias de la noche, los de todos, los vuestros y los míos, los de los perros...
Marguerite Duras, Escribir
Incapaz de bullir. Sangre en reposo. Sangre que es lago donde el misterio duerme a profundidad. Cara que se vuelve espejo del entorno. Y se borra. A veces llega un dolor y pretende meterse: agua clara, que sin embargo no se desplaza tan fácilmente y es difícil penetrarla, tocar fondo. El dolor no llega sino que muere y permanece en estado de putrefacción en las tranquilas aguas hasta ser completamente disuelto. Permanece la infección. Por las veces que quise y no pude, no me quedé frente a la página en blanco. No me adentré. Preferí salir ¿a qué? A meditar en el misterio ¿a pretenderlo allá afuera? a pesar de que ya sabía que sólo lo iba a encontrar aquí: en, entre.
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