Ay... cuántas cuentas de correo en desuso, perfiles de internet sin actualizar, fotos mías de antaño, bolsas de trabajo fantasma. Nada que ver este Internet con el de principios de siglo. Aquél era emocionante, este impone necesidades y aglutina. Y también yo cambié y también la ciudad cambió. Y, de alguna manera, no resiento más aquello que esto.
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